El sur de Quintana Roo atraviesa horas de terror e incertidumbre tras el secuestro masivo de al menos 30 personas en comunidades rurales cercanas a Chetumal, un evento que ha mantenido en vilo a la población y ha exhibido un aparente colapso de la seguridad estatal.
La mañana del viernes, las peores sospechas se confirmaron con el hallazgo sin vida de uno de los plagiados, el cuerpo, envuelto en bolsas negras y con signos de tortura, fue localizado en las inmediaciones del poblado de Huay Pix, cerca de la llamada Curva Peligrosa.
Se presume que la víctima era un joven de aproximadamente 25 años, originario de Juan Sarabia, una de las comunidades donde los comandos armados irrumpieron la noche del 21 de octubre.
El secuestro masivo, reportado en localidades como Juan Sarabia y Xul-Ha, ocurrió hace más de tres días sin que hasta el momento autoridades estatales o federales hayan emitido una postura oficial.
Testimonios de habitantes refieren que los grupos armados irrumpieron de madrugada, disparando al aire, irrumpiendo violentamente en viviendas y subiendo a decenas de habitantes a camionetas sin placas.
Desde entonces, el miedo domina la región, familias enteras permanecen encerradas, mientras que otras han optado por huir hacia Chetumal o incluso buscar refugio en comunidades del vecino país de Belice.
La falta de respuesta oficial por parte de la gobernadora Mara Lezama y el fiscal del estado ha desatado indignación que se incrementa con señalamientos de que la Fiscalía de Quintana Roo se ha negado a recibir denuncias formales de los familiares de los desaparecidos.
Ni la Guardia Nacional ni la Secretaría de Seguridad Ciudadana han desplegado operativos visibles en la zona, lo que los pobladores interpretan como un abandono total.
El contraste con la agenda pública estatal, centrada en eventos turísticos, ha provocado un duro cuestionamiento social sobre las prioridades del gobierno.“Estamos solos”, afirmaron vecinos, exigiendo la intervención inmediata del gobierno federal ante lo que consideran un acto de desaparición forzada colectiva.
El hallazgo del primer cuerpo, envuelto en plástico negro y amarrado con cinta canela —una firma de los grupos criminales que operan en la región—, confirma el temor de que el levantón masivo podría derivar en una masacre.
La zona limítrofe con Belice es una ruta clave utilizada para el tráfico de drogas, armas y migrantes, y los pobladores aseguran que la delincuencia organizada ha tomado el control absoluto ante la ausencia de fuerzas del orden.
