El asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, Michoacán, se ha tornado más oscuro y brutal, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar García Harfuch, reveló que días antes del homicidio del 1 de noviembre, los mismos criminales ya habían intentado ejecutar al edil y, al fallar, fueron severamente castigados por su propia célula delictiva.
En entrevista, García Harfuch destapó la existencia de un intento fallido de atentado ocurrido el 30 de octubre, solo 48 horas antes de la consumación del crimen.
El secretario detalló que el 30 de octubre, integrantes del grupo criminal identificaron a Manzo en una gasolinera de Uruapan y fotografiaron sus movimientos, las imágenes fueron compartidas de inmediato en un chat interno del grupo para dar luz verde al ataque.
“El día 30 lo identificaron en una gasolinera, mandaron unas fotografías; no logran cometer el homicidio y ellos reciben un castigo por la propia célula delictiva”, detalló Harfuch.
Este fallido atentado desató represalias internas: los sicarios fueron sancionados por no cumplir la orden, una muestra del alto nivel de disciplina criminal que opera en Michoacán y el control que mantienen las organizaciones sobre sus ejecutores.
A pesar del castigo, la misma célula fue activada para culminar la misión, Harfuch confirmó que los mismos tres sujetos que fracasaron en la gasolinera fueron quienes, el 1 de noviembre, se presentaron en la plaza de Uruapan para consumar el asesinato del alcalde y líder del Movimiento del Sombrero.
Sin embargo, el secretario puntualizó que no actuaron solos, sino que "participaron otros sujetos más”, confirmando que existe una red criminal más amplia detrás del magnicidio.
Las nuevas revelaciones sugieren que el alcalde Manzo fue blanco de un seguimiento directo y organizado, al menos desde el 30 de octubre, lo que convierte el homicidio no en un ataque improvisado, sino en la fase final de una operación con fallos, castigos internos y una determinación absoluta por parte de la estructura criminal.