Estados Unidos ha puesto la mira en los llamados “narcoinfluencers”, personas con una gran cantidad de seguidores en redes sociales que han puesto su plataforma al servicio del Narco.
Su función no se limita a la promoción de un estilo de vida, sino que se ha convertido en una estrategia de propaganda, reclutamiento y lavado de dinero que ha captado la atención del gobierno estadounidense.
El fenómeno cobró relevancia en enero, cuando volantes anónimos con 25 nombres de influencers operadores de La Chapiza y/o Los Chapitos aparecieron en Culiacán, Sinaloa.
Seis de ellos ya han sido ejecutados por la facción de La Mayiza, lo que muestra el alto riesgo que conlleva esta actividad.
Washington ha enviado una señal inequívoca de que va en serio. El 6 de agosto, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro sancionó a tres mandos del Cártel del Noreste (CDN) y al rapero Ricardo Hernández Medrano, conocido como "El Makabelico", a este se le acusa de usar sus conciertos y las regalías de sus canciones para lavar dinero a favor del grupo criminal.
Una fuente del Departamento de Justicia reveló que ya existen perfiles para sancionar y congelar cuentas bancarias de estos influencers y hasta detenerlos, con el objetivo de cortar el flujo de dinero hacia los cárteles.
Un influencer, que pidió el anonimato, explicó que el esquema es "relativamente sencillo": inyectar dinero sucio para inflar cuentas con bots, monetizar las plataformas y devolver una parte al cártel ya con apariencia de ingreso lícito, esta práctica ha llevado a la Unidad de Investigación Financiera (UIF) de México a abrir pesquisas sobre 64 influencers en Sinaloa, incluido Markitos Toys, quien ha negado públicamente las acusaciones.
Más allá del dinero, el verdadero valor de los narcoinfluencers radica en su capacidad para influir en las narrativas y normalizar el crimen.
Javier Llausás, director de la ONG Building Spaces for Peace, señala que esto es una guerra, y la propaganda importa. Los cárteles utilizan a los influencers para moldear la conversación, vender la idea de "benefactores" y desacreditar a sus rivales o a las autoridades.
Esta táctica, a los ojos de la Agencia Antidrogas (DEA), funciona como una puerta de entrada para el reclutamiento de jóvenes, los videos, corridos y la "estética buchona" prometen pertenencia y respeto, abriendo un camino para que los jóvenes se integren en la logística o vigilancia de los cárteles.
Para las agencias estadounidenses, este uso de plataformas ya es parte de las tácticas criminales y, por lo tanto, un delito que se debe perseguir.
La violencia contra los creadores de contenido, como en el caso de los volantes en Culiacán, también refleja la importancia de su papel.
La fuente del Departamento de Justicia explicó que la facción atribuida a "El Mayo" busca "desactivar el altavoz propagandístico" de sus enemigos y obligarlos a huir, autocensurarse o, en el extremo, eliminarlos físicamente, en esta nueva fase de la guerra contra el narcotráfico, el mundo digital se ha convertido en un campo de batalla tan real como las calles.
