Blog del Narco

Los porros de la Normal de Tiripetío, guardan silencio por la ejecución de uno de ellos, tras descubrirse que son parte del crimen organizado

La ejecución de Carlos Eduardo Castro Matías, un estudiante de 21 años de la Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga de Tiripetío, Michoacán, muy cerca de Morelia la capital, ha sacado a la luz una oscura realidad: la presunta existencia de una red de venta de drogas al interior del plantel, encubierta por la propia comunidad escolar. 

Lejos de la imagen académica, la Normal de Tiripetío es señalada desde hace años como un foco de delincuencia, con vínculos con bandas dedicadas al narcotráfico y al robo de vehículos, todo ello respaldado por los estudiantes que, según las denuncias, recurren a la violencia, el saqueo y los bloqueos carreteros.

Aunque la escuela cuenta con un director, la cara más visible de la Normal de Tiripetío son grupos de encapuchados que, según las investigaciones, se financian a través del "boteo" (petición de dinero en carreteras), el saqueo de vehículos repartidores y también con la venta de droga en la región.

La tragedia de Carlos Eduardo comenzó el pasado 13 de abril, cuando se reportó su desaparición. Fue visto por última vez saliendo de la Normal de Tiripetío, acompañado de otro joven cuya identidad era desconocida en ese momento, ante la falta de noticias, la familia interpuso una ficha de búsqueda ante la Fiscalía del estado el lunes siguiente. 

A pesar de manifestaciones, bloqueos carreteros y un operativo de búsqueda por tierra y aire, el cuerpo sin vida del estudiante fue localizado el viernes 18 de abril, a 9 kilómetros del lugar donde desapareció.

El cadáver de Carlos Eduardo fue hallado en estado de descomposición en una brecha cercana a la Autopista Siglo XXI, presentaba signos evidentes de violencia extrema: estaba atado de pies y manos, tenía el tiro de gracia, huellas de tortura y múltiples contusiones.

Fuentes de la Fiscalía General del Estado y de Inteligencia Militar han confirmado que la investigación se centra en la venta de droga al interior de la Normal de Tiripetío y en la region como una de las causas principales relacionadas con este crimen. 

Las versiones iniciales apuntan a que el joven habría contraído una fuerte deuda con criminales de la región, quienes actuaron con suma violencia ante la falta de pago.

Las indagatorias de la Fiscalía han tomado un giro crucial al señalar que Carlos Eduardo fue traicionado por un compañero, Julio César, un testigo, que acudió a comprar marihuana a la Normal de Tiripetío, avistó a Carlos Eduardo y a Julio César saliendo juntos del plantel educativo.

La investigación sugiere que Carlos Eduardo fue llevado a un bar donde se encontraban otros hombres, entre ellos Álvaro, quien ya ha sido vinculado a proceso por este caso, en el lugar, el estudiante sostuvo una discusión. 

Tras este altercado, Álvaro golpeó a la víctima y la trasladó al municipio de Lagunillas, donde le quitaron la vida mediante disparos de arma de fuego.

Un aspecto inquietante de este caso ha sido la reacción de la comunidad normalista. Agentes de la Fiscalía que intentaron ingresar a la Normal para avanzar en la investigación fueron rechazados. Asimismo, a pesar de la gravedad del crimen y las manifestaciones previas, no se han registrado nuevas movilizaciones por parte de los normalistas, lo que contrasta con su historial de protestas por cualquier cosa.

Aunque ya hay tres personas detenidas y procesadas en relación con este crimen, las autoridades no han informado públicamente sobre los avances en el esclarecimiento total de los hechos ni los motivos exactos que llevaron al asesinato. 

Este silencio y la resistencia a la investigación judicial dentro de la Normal de Tiripetío plantean serias interrogantes sobre el control y las actividades ilícitas que podrían estar ocurriendo en una institución que debería dedicarse a la formación de docentes.
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