Una vez más, la violencia ha golpeado la región limítrofe entre los estados de Michoacán y Jalisco, un área que se ha convertido en un epicentro de la disputa territorial entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Los Reyes.
Reportes han confirmado que este martes, un vehículo blindado Sand Cat perteneciente a las Fuerzas Especiales de Reacción e Intervención (FERI) del Ejército Mexicano fue blanco de la explosión de una mina terrestre en las inmediaciones del poblado El Santuario, ubicado en el municipio de Los Reyes, Michoacán.
El lamentable incidente ha dejado un saldo preliminar de seis militares de las Fuerzas Especiales fallecidos y dos más heridos, evidenciando la escalada en la sofisticación y brutalidad de las tácticas empleadas por el crimen organizado.
El artefacto explosivo, colocado por células delictivas que operan con impunidad en la zona, provocó la destrucción total del vehículo blindado, un claro indicio de la potencia y la intención detrás del ataque. Este suceso subraya la crítica situación de seguridad que se vive en este punto estratégico del occidente del país, donde la presencia militar es constante pero se enfrenta a desafíos cada vez mayores.
La región afectada es considerada de vital importancia para las operaciones del crimen organizado, lo que ha desatado una cruenta disputa por su control. En este escenario, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y una facción de Cárteles Unidos, específicamente el Cártel de Los Reyes, mantienen una confrontación abierta.
Este último es dirigido por Luis Enrique Barragán Chávez, conocido como “El R5” o “Güicho el de Los Reyes”, y Alfonso Fernández Magallón, alias “Poncho La Quiringua”. A pesar de que ambos líderes han sido designados como terroristas por parte de Estados Unidos, continúan operando en la región con una alarmante impunidad, exacerbando la inestabilidad y el temor entre la población.
Hasta el momento de la redacción de este informe, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) no ha emitido un comunicado oficial detallando el ataque. Sin embargo, fuentes castrenses han confirmado extraoficialmente la naturaleza del incidente.
La utilización de minas terrestres o artefactos explosivos improvisados (AEI) se ha vuelto una táctica lamentablemente recurrente en ciertas zonas del territorio nacional, particularmente en estados como Michoacán.
En estas áreas, la guerra territorial entre los cárteles ha dejado a su paso un rastro de muerte, desplazamiento forzado de comunidades y un miedo colectivo que permea la vida diaria de sus habitantes. La explosión de hoy es un sombrío recordatorio de la urgente necesidad de estrategias más efectivas para contrarrestar la creciente amenaza de estos grupos y proteger tanto a las fuerzas armadas como a la población civil.
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